24 diciembre 2007

Tradiciones copiadas

Por estas fechas -depresión aparte- me enternece ver a tanto hijo de la gran bretaña poniendo su arbolito, su beléncito, su pesebrito o haciendo buenos propósitos para el nuevo año, haciendo un acto de generosidad para limpiar sus malas acciones, donando treinta euros a una oenegé mafiosa o participando en algún maratón televisivo para apadrinar a un pobre niño huerfanito en el Sureste Asiático.

Que buena gente parecen desprovistos de sus habituales ropajes de intolerancia y mala uva. Parece que tanto enemigo público hubiese aparcado momentáneamente su hostilidad con el mundo, sus ganas de torturar al vecino, sus ganas de matar al enemigo, sus ganas de perder la poca humanidad que les define.
¿Puedo parecer sentimental? un poco... pero no idiota.

Los orígenes de la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, se ubican en las costumbres de los pueblos de la antigüedad que celebraban durante el solsticio del invierno (desde el 21 de diciembre), alguna fiesta relacionada al dios o los dioses del sol, como Apolo y Helios (en Grecia y Roma), Mitra (en Persia), Huitzilopochtli (en Tenochtitlan), entre otros. Algunas culturas creían que el dios del sol nació el 21 de diciembre, el día más corto del año, y que los días se hacían más largos a medida que el dios se hacía más viejo. En otras culturas se creía que el dios del sol murió ese día, sólo para volver a otro ciclo.

Los romanos celebraban el 25 de diciembre la fiesta del “Natalis Solis Invicti” o “Nacimiento del Sol invicto”. Asociada al nacimiento de Apolo. De esta fiesta, los primeros cristianos tomaron la idea del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo. Otro festival romano llamado Saturnalia, en honor a Saturno, duraba cerca de siete días e incluía el solsticio de invierno. Por esta celebración los romanos posponían todos los negocios y guerras, había intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. Tales tradiciones se asemejan a las actuales tradiciones de Navidad y se utilizan para establecer un acoplamiento entre los dos días de fiesta.

Los Bárbaros celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol perenne, que representaba al Yggdrasil o árbol del Universo, costumbre que se transformó en el árbol de Navidad, cuando llegó el Cristianismo al Norte de Europa.

En México celebraban durante el invierno, el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra, en el mes Panquetzaliztli, que equivaldría aproximadamente al período del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario. “Por esa razón y aprovechando la coincidencia de fechas, los primeros evangelizadores, los religiosos agustinos, promovieron la sustitución de personajes y así desaparecieron al dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas.”
Tal y como comenta Isaac Asimov en su guía de la Biblia: “Podría ensamblar el cristianismo sin sobrepasar su felicidad de Saturnalia. Era solamente necesario que ellos justamente saluden el nacimiento del hijo en vez que el del Sol”.

Por lo que la Navidad cristiana es una imitación o parodia de estas fiestas no cristianas del nacimiento de los dioses solares; es como si nos hubieran hecho creer que los dioses no cristianos y Jesucristo hubieran nacido el mismo día.

Personalmente todo me lleva a pensar que nos han manipulado, mentido y confundido, que las tradiciones son inventadas y que con ellas solo marcamos las diferencias para odiar a nuestros vecinos, ya que el sentimiento interior de buscar un estandarte para encontrar la proyección de nuestra razón de existir nos lleva a cometer el error de cálculo de absorber como propias las invenciones de otros que nos las sirven en bandeja y nos hacen creer que nos pertenecen… claro que pagamos un precio demasiado caro para poseer estas tradiciones basadas en el autoengaño y en la hipocresía de complacernos con un solo día al año de paz, amor y felicidad

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